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¿Cómo afectan las emociones nuestra Salud?

Por Abigail Bello Gallardo




“El que conoce a los demás es sabio. El que se conoce a sí mismo está iluminado”. Lao Tsé.



Desde que somos niños escuchamos que nuestras abuelas les decían a nuestros padres, “no te enojes, no te preocupes tanto… eso te va a hacer daño”. Cuando fuimos creciendo llegamos a pensar que esas palabras eran un mito o una creencia de personas desinformadas. Sin embargo, actualmente tenemos información científica que apoyan estos sabios comentarios.

El Psicólogo Robert Ader realizó un estudio en la Facultad de Medicina y Odontología de Rochester en donde descubrió que el Sistema Nervioso es importantísimo para el Sistema Inmunológico (o de defensa del cuerpo), y que ambos se relacionan profundamente haciendo que la mente, las emociones y el cuerpo, estén íntimamente comunicados. También se descubrió que las emociones negativas como la ira, la depresión, la ansiedad y el estrés tienen importancia médica, ya que mientras se padecen, se liberan una hormonas y otras sustancias llamadas catecolaminas (epinefrina, norepinefrina, también llamadas adrenalina y noradrenalina) cortisol, prolactina, beta endorfinas y encefalina, y que entre más tiempo se secretan éstas en el organismo, más se deteriora la función del aparato inmunológico y entonces el organismo es más susceptible de enfermarse. Aunque se ha insistido en que estos temas deben seguir siendo estudiados.

En otro estudio se descubrió que estar expuesto a la ansiedad crónica, prolongados períodos de tristeza y pesimismo, tensión continua, hostilidad, cinismo o desconfianza incesante, trae doble riesgo de contraer enfermedades como: Asma, artritis, dolores de cabeza, úlceras pépticas, y problemas cardíacos y por eso estas emociones negativas, son una importante amenaza para la salud.

En otro estudio realizado en la Facultad de Medicina de Stamford, se descubrió que la ira parece ser la emoción que más afecta al corazón, ya que disminuye la eficacia de bombeo de éste. Por supuesto que no es sólo el factor de la ira el que puede provocar un infarto, sólo que es uno de los factores que definitivamente, lo predisponen.

Sin embargo, también se descubrió que es la hostilidad la emoción que más pone en situación de riesgo a la gente: esto incluye ser tratado con desconfianza, con cinismo, comentarios despectivos y con ataques de ira.

La ansiedad es la perturbación emocional provocada por las presiones diarias de la vida y que se puede traducir en la preocupación por las cosas que nos podrían pasar y que hasta ese momento no son reales. Por su puesto esto produce estrés, con todas sus consecuencias.

Incluso en un estudio publicado en Archives of Internal Medicine, realizado por el Psicólogo McEwen, de la universidad de Yale, señaló que una anomalía o deficiencia de la función inmunológica (o del aparato defensa del organismo) puede acelerar la metástasis del cáncer y aumentar la vulnerabilidad a las infecciones virales, acelerar la arterioesclerosis (enfermedad de las venas y las arterias del cuerpo que trae como consecuencia muchas enfermedades) y la coagulación sanguínea que provoca el infarto del miocardio, también acelera el inicio de la Diabetes mellitus tipo 1 y 2 y el agravamiento de los ataques de asma. Se descubrió que el estrés puede provocar úlcera gastrointestinal y colitis ulcerosa.

Por último, un estudio realizado por el psicólogo Sheldon Cohen, de la Universidad de Carnegie-Mellon University, en una Universidad en Shelffield Inglaterra, descubrió que la hostilidad crónica y los episodios repetidos de ira parecen poner a los hombres en riesgo de enfermedad cardíaca; y que las enfermedades mortales para las mujeres pueden ser la ansiedad y el temor. Además que cuando se padece por mucho tiempo el estrés, también puede ocasionar pérdida de memoria.

Ahora bien, ¿Qué podemos hacer para controlar nuestras emociones negativas para mejorar nuestra Salud? ¿Podemos llegar a hacer de nuestras emociones un importante capital personal para beneficiar nuestra salud y nuestra vida? ¿Cómo influyen nuestras emociones en el logro de nuestras metas y nuestro éxito en la vida?

Todos queremos tener éxito. Para algunos el éxito significa tener atesorado mucho dinero o bienes, para otros el éxito significa tener poder para hacer todo lo que deseen o para que los demás hagan lo que ellos quieren, para algunos otros el éxito significa tener una posición social encumbrada, para muchos significa tener una excelente salud y vivir muchos años, para ciertas personas tener éxito significa poseer muchas parejas sexuales atractivas, para numerosas personas es viajar, para algunos pocos es estudiar todos los grados posibles en su ramo, para otros el éxito es tener una buena, feliz y estable familia; y para escasas personas, pero que cada día son más, el éxito significa servir … servir a su familia, a sus hijos, a su prójimo, a su comunidad, al Planeta, a su país, o a Dios. O puede ser también una combinación de algunas de las cosas o razones antes mencionadas y de otras. En una palabra, la definición de éxito para cada persona es diferente.

Hasta cierto punto, lo que las personas buscan a través de lo que llaman éxito, es ser felices.

Pero ¿Porqué muchas personas atractivas, inteligentes para las matemáticas y para las ciencias exactas o para memorizar largos textos; con grandes aptitudes artísticas, incluso nacidos en cuna de oro, no llegan a lograr lo que para ellos es el éxito? Y ¿Porqué otros que no son atractivos, ni aceptadamente muy inteligentes, logran puestos altos de gerencia, de jefaturas Institucionales, de organizaciones sociales, políticas, económicas, culturales, o cualquier otra posición deseable para muchos otros millones de personas?

La respuesta que encontré a estos cuestionamientos es que las personas tienen mayor probabilidad de tener éxito, cuando además de prepararse profesional o técnicamente, practican la Inteligencia Emocional. Y ¿Qué es la Inteligencia Emocional? Según el Psicólogo español Juan Gallegos, “La inteligencia emocional es el manejo inteligente de las emociones”.

La inteligencia emocional les hace a estas personas exitosas, ser aceptadas por los demás, haciéndoles sus líderes naturales ó sus ejemplos a seguir porque siempre tienen la actitud y las palabras apropiadas para resolver problemas. Y por fortuna, ésta puede aprenderse. Al practicarla, se beneficia el individuo y rescata o mejora sus relaciones de pareja, de amistad, de trabajo, de familia, etc. De acuerdo al mismo Profesional de la Salud Mental, “el conocimiento de nuestras propias emociones es indispensable para poder lograr la inteligencia emocional y ello también nos ayuda a reconocer las emociones en los demás” y solucionar mejor los problemas antes de que se presenten o cuando ya se presentó el conflicto.

Las emociones son muy importantes porque nos ayudan a tomar decisiones, a aceptar algo, o a decir que nó y poner límites cuando es debido, entre otras cosas.

Pero, ¿Cómo iniciar el aprendizaje de la inteligencia emocional? Primer paso: Identificar nuestras emociones: Esto significa preguntarnos ¿Cómo me siento? Si me siento bien; mal, con miedo; con frustración; alegría, satisfacción…etc. Segundo paso: Interpretar nuestras propias emociones, o sea, investigar dentro de nosotros mismos ¿De dónde vienen?, ¿Cuándo vienen?, ¿Porqué vienen?, ¿Cómo las adquirimos?. El tercer paso: Saber si nuestras emociones van de acuerdo a las circunstancias o si respondemos exageradamente a lo que nos sucede. El cuarto paso: Es la integración de nuestras emociones, es decir, se trata de no dejarse llevar por nuestras emociones. Y hacernos responsables de ellas, no pretendiendo que los otros son culpables de nuestras reacciones “por provocarnos”. Sino tratar de pensar, de razonar, si esa emoción que vivimos en ese momento, nos conviene o si por el contrario nos va a perjudicar. Este razonamiento nos ayudaría a comportarnos de la mejor manera, en beneficio de nuestra persona (evitando todas las consecuencias de una mala decisión, debido a una emoción negativa) y de quienes nos rodean.

La manera errónea en la que pensamos y actuamos debido a nuestra falta de inteligencia emocional, empieza cuando somos niños; es la manera en la que nos educan la que hace que nos empecemos a sentir diferentes a los hombres y a las mujeres, ya que a las mujeres nos enseñan a demostrar y hablar mas de nuestros sentimientos y los hombres los reprimen: Un ejemplo muy común es cuando al ser pequeñas; si una nena llora; todas dejan de hacer sus juegos y los continúan hasta que ella deja de llorar. Pero en los grupos de niños; si un niño llora; lo dejan solo y esperan que así resuelva su conflicto o problema, o lo regañan; y los demás tratan de no tomarle tanto en cuenta, para supuestamente no avergonzarlo.

Esto trae como consecuencia que las mujeres aprendan a sentirse agredidas cuando al crecer, alguien “les deja”; y los hombres a sentirse amenazados si alguien quiere quitarles su independencia o privacidad (por ejemplo, casarse). Muchas respuestas emocionales son aprendidas por la forma en la que se comportan nuestros padres y luego llevadas casi exactamente a nuestra relación de matrimonio, aunque hayamos jurado o prometido nunca ser como nuestros padres.

Para las mujeres la intimidad significa hablar profundamente de los temas de su interés y para los hombres la intimidad emocional es equivalente a hacer cosas junto con su pareja. Generalmente durante el noviazgo; los hombres aceptan platicar mucho y profundamente de temas que le interesan a su pareja o a ambos, pero después del matrimonio, los hombres se contentan con sólo hacer cosas juntos sin necesidad de hablar (ver la televisión, dormir juntos, arreglar el jardín, etc.); cuestión que a las mujeres molesta mucho, en la mayoría de los caso. Entonces por lógica, lo adecuado es llegar a un acuerdo, platicar un tiempo de asuntos importantes de cada uno de ellos y de la pareja, para resolverlos; y además hacer muchas cosas juntos. O llegar a cualquier acuerdo en el que ambos queden satisfechos.

Esta misma técnica se aplica a la relación con compañeros de trabajo, vecinos, familiares, amigos. La inteligencia emocional se aplica en la vida diaria, al tratar de entender a los demás, llegando a acuerdos, haciendo y aceptando propuestas, para quedar satisfechos todos y convivir armoniosamente. Entendamos que si algún miembro de la pareja, de una familia o de un grupo de trabajo tiene deficiencia de inteligencia emocional, va a acabar por echar a perder el trabajo o esfuerzo de los demás.

Lo que generalmente más lastima las relaciones de pareja, de amistad, de trabajo o de familia, es criticar a la persona, en lugar de inconformarse por lo que hizo o por su actitud. Por ejemplo: Uno puede enojarse porque una persona llegó tarde a una cita previamente concertada y puede decir: “Me siento molesto (a) porque no cumpliste nuestro acuerdo de llegar puntualmente, la próxima ocasión sólo te esperaré 5 min y me retiraré”. Otro ejemplo: No se le debe decir a un hombre “eres un desconsiderado, egoísta, mala persona y desobligado o irresponsable”; sino: “te pido por favor que antes de actuar… pienses, si lo que vas a hacer, me perjudica o me lastima de alguna manera”. De esa forma se reprueba sólo el defecto, no a la persona y se propone una solución al problema.

Lo que mejor podemos hacer en un momento de conflicto es tratar de no responder impulsivamente… intentar controlarse y hacer un esfuerzo por sentir empatía, es decir, ponerse en el lugar de la otra persona, imaginarse en sus circunstancias, y entonces comprenderlo (a) aunque no se esté de acuerdo. En el caso de los hombres se les recomienda no explotar, en cuando su pareja quiere seriamente hablar de un problema, sino que trate de escucharla con atención para que ella se calme. En el caso de las mujeres, se les recomienda nunca gritar cuando plantean su problema o queja porque eso irrita los sentidos del hombre; y también a ellas se les sugiere proponer soluciones. En ambos casos, el saber que su pareja le escucha con atención, baja el nivel de frustración y de ira.

En conclusión, la Inteligencia Emocional puede ayudarnos a minimizar o corregir las emociones negativas, mejorando enormemente nuestra salud física y emocional, y nuestras relaciones en general.

Recomiendo que para hacer más productivas y competitivas a las Instituciones públicas y a las empresas, se impartan en todo el personal cursos de Inteligencia Emocional, por personal profesional calificado como los Psicólogos y Psicoterapeutas; y de esta manera, también se podrá identificar si un trabajador necesita ayuda profesional por algún padecimiento que requiera de ayuda más especializada, derivándole oportunamente, para ayudarle en su salud mental y al mismo tiempo, se impide que con su actitud, esa persona o personas, interrumpan o perjudiquen la competitividad de esa Institución pública o privada.

De la misma manera, recomiendo que los integrantes de las familias tomen cursos u orientaciones de Inteligencia Emocional y recurran a un Profesional para esto, ya que la práctica de la inteligencia emocional mejorará su vida en todo aspecto y también por otro lado, de manera oportuna puede detectarse si algún integrante de la familia o pareja, requiere ayuda más especializada.

La Inteligencia Emocional puede y debería practicarse en todo tipo de actividad, oficio o profesión, máxime en la Profesión Médica, para que la relación Médico-paciente se mejorara.

Al practicar la Inteligencia Emocional, los Médicos comprenderían más, que los pacientes tienen, además de un dolor físico y una enfermedad del cuerpo, un problema emocional como el miedo, la exasperación o la angustia por la enfermedad que sienten.

Y el paciente comprendería que mientras los Médicos estuvieron en su formación académica (ya sea que se titularan como Médicos Generales o que se especializaran en una o más ramas de la Medicina), el trato que a la mayoría se les dió al estar en adiestramiento médico, fué prácticamente inhumano, haciéndoles trabajar intrahospitalariamente muchas horas sin dormir, a veces sin comer, y en muchas ocasiones, tuvieron que soportar maltrato verbal y psicológico; y acoso de muchos tipos, si querían terminar sus estudios. Muchos de ellos (as) quedaron dañados emocionalmente y por eso a veces se muestran indiferentes al dolor ajeno. Por supuesto que esto de ninguna manera, justifica una actitud desconsiderada hacia su paciente, pero de alguna manera ayuda a entender su proceder.

Además el paciente entendería que las presiones laborales a las que actualmente la gran mayoría de los Médicos que trabajan dentro de las Instituciones de Salud Pública, están siendo sometidos, son muchas; ya que se les exigen, que ahorren de todo: medicinas, exámenes de laboratorio, estudios en general y además que lo hagan rápido y documentado por escrito, aunque todo esto, no sea lo que más beneficie la salud del paciente.

Por todo lo anterior, desde aquí, hago un emotivo reconocimiento a todos aquellos Médicos sensibles que cuidan el cuerpo y las emociones de sus pacientes. Y a los pocos y extraordinarios Médicos del Sector Salud y en especial de mi “Alma mater”, el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social), al igual que a los Médicos de la práctica privada, que enseñan con paciencia y dedicación a sus alumnos (Médicos en formación) a respetar y a tener empatía por sus pacientes, antes que verlos sólo como individuos, motivo de su estudio…A ellos, les felicito sinceramente y les envío desde aquí mi admiración y mi respeto.

Me despido con una frase del poeta, pintor, ensayista y novelista libanés,
Gibrán Jalil Gibrán quien dijo:

“Para entender el corazón y la mente de una persona, no te fijes en lo que ha hecho, no te fijes en lo que ha logrado sino en lo que aspira a hacer”.